Evagrio Póntico decía: “Sí quieres conocer a Dios, aprende primero a conocerte a ti mismo”. No hay un verdadero encuentro con Dios sin un sincero encuentro con uno mismo.
Tanto en la terapia como en la atención espiritual se trata de mirar cara a cara a las heridas de la propia infancia, pero no con la presión de procesarlas todas y eliminarlas, sino con la finalidad de reconciliarse con ellas.
Bradshaw piensa que cada uno debe hacerse cargo del “niño” herido que hay en nosotros y cuidarlo bien, cuando se logra esto, esa persona puede entrar también en contacto con las raíces positivas que su pasado tiene también en él.
Tomado del libro “Qué enferma y qué sana a los hombres”, de Anselm Grun y W.